Como seres humanos, fuimos creados como hijos de Dios. Cuando nos
perfeccionamos y nos hacemos la encarnación de la bondad, vivimos en el reino
de Dios en la tierra y en el mundo espiritual. Dios creó al mundo para sentir
alegría, y para vivir con Sus hijos en el reino de los cielos, el cual es el
mundo del amor de Dios y de Su corazón. Este mundo es establecido por medio del
cumplimiento de las tres bendiciones, y está basado en ello. Pero debido a la
caída de los primeros antepasados, la humanidad llegó a ser la encarnación del
pecado y del mal, y desde entonces hemos vivido en sufrimiento tanto en la
tierra como en el mundo espiritual, y la meta de la creación no ha sido
realizada. ¿Abandonaría Dios Su ideal original para la creación, y lo dejaría
sin realizar? No, no lo haría.
Como dice Dios en Isaías 46:11: "Tal como lo he dicho, así se
cumplirá; como planeado, así lo haré".
Oro fervientemente, para que las bendiciones del Cielo sean para nuestro hermano quien produjo este trabajo.
FUENTE:
LA NUEVA REVELACIÓN DEL CIELO:
EL PRINCIPIO DIVINO
LA SAGRADA ESCRITURA DEL CIELO:
CHEON SONG GUIONG
Cortesía Dra. MERCEDES GONZALES, España.
Madrid, España
Formadora y Educadora en Valores y Ética Unificacionista.
Mercedes González - Pure Love Education Academy.
FFPMU AREQUIPA-PERÚ
Si Juan el Bautista hubiera servido bien a Jesús, cumpliendo su responsabilidad, se habría hecho el discípulo principal de Jesús; pero debido a que él fracasó, Pedro, quien hizo el esfuerzo más grande entre los discípulos de Jesús, llegó a ser el líder de los doce.
ResponderEliminarPero a pesar de toda esta preparación, Juan el Bautista fracasó en su misión. Su ignorancia personal y su falta de fe no sólo lo afectaron a él de una manera adversa, sino que también causaron la incredulidad en la mayoría de la gente y, finalmente, la crucifixión de Jesús.
Poco antes de morir en la cárcel, Juan el Bautista, sin haber cumplido su misión de servir a Jesús, comenzó a tener dudas acerca de su vida y acerca de Jesús. Envió a sus discípulos para preguntarle a Jesús diciendo: "¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?" (Mateo 11:3)